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TEMA 14 – 2: LA EDAD MODERNA. EL IMPERIO HISPÁNICO

Se denomina Imperio Español al conjunto de territorios que colonizó, conquistó y gobernó España.

Durante los siglos XVI y XVII, España llegó a ser una superpotencia a escala mundial. Castilla, además de Portugal, estaba en la vanguardia de la exploración y colonización europea, y de la apertura de rutas de comercio a través de los océanos (en el Atlántico entre España y las Indias, y en el Pacífico entre Asia Oriental y México, vía Filipinas).

Los Conquistadores vascos, castellanos y extremeños descubrieron y conquistaron vastos territorios y culturas diferentes en América y otros territorios de Asia y África. España, especialmente el reino de Castilla, se expandió colonizando esos territorios y construyendo con ello el mayor imperio económico del mundo.

Entre la incorporación del Imperio Portugués en 1580 (perdido en 1640) y la pérdida de las colonias americanas en el siglo XIX, fue el imperio más grande del mundo por territorio, a pesar de haber sufrido bancarrotas y derrotas militares a partir de la segunda mitad del siglo XVII.

España dominaba los océanos gracias a su experimentada Armada, sus soldados eran los mejor entrenados y su infantería la más temida (sobretodo Los Tercios de Flandes). El Imperio Español tuvo su Edad de Oro en el siglo XVII.

Este vasto y disperso imperio supuso estar en constante disputa con potencias rivales por causas territoriales, comerciales, o religiosas.

En el Mediterráneo con el Imperio Otomano; en Europa, Francia tenía un poder semejante; en América, inicialmente con Portugal y más tarde con Inglaterra; una vez que los holandeses consiguieron su independencia se convirtieron también en contendientes.

La piratería promovida por holandeses, ingleses y franceses, la conquista de territorios y la lucha constante con sus enemigos, a menudo simultáneamente durante largos periodos, y muchas veces basados en la religión, contribuyeron al lento declive del poder español.

Este declive culminó, en lo que respecta al dominio sobre territorios europeos, con la Paz de Utrecht (1713): España renunciaba a sus territorios en Italia y en los Países Bajos, perdía la mayoría de su poder, y se convertía en una nación de segundo orden en la política europea. Sin embargo,

España mantuvo su extenso imperio de ultramar hasta que sucesivas revoluciones le arrebataron sus posesiones en el continente americano un siglo después.

No obstante, los españoles mantuvieron importantes fragmentos de su imperio en América (Cuba y Puerto Rico), Asia (Filipinas) y Oceanía (Guam, Micronesia, Palau, Islas Marianas del Norte) hasta la Guerra Hispano-Americana de 1898, y en África (Guinea Ecuatorial, Norte de Marruecos y Sáhara Occidental) hasta 1975

Los inicios del Imperio

Los reyes castellanos toleraban el reino taifa de Granada, por la recaudación de tributos en oro que éste les proporcionaba, y porque esto aseguraba que el oro del río Níger entraba en Europa. Castilla también intervino en el Atlántico, compitiendo con Portugal, cuando Enrique III de Castilla  comenzó la colonización de las Islas Canarias en 1402 al enviar al explorador normando Jean de Béthencourt.

El matrimonio de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) unió los dos reinos, aunque cada uno mantuvo su propia administración baja la misma corona.  España fue creada por el Imperio, y no el Imperio por España. El imperio castellano era el resultado de una rápida expansión colonial en el Nuevo Mundo, así como en Filipinas y en las colonias africanas: Melilla fue tomada en 1497 y Orán en 1509.

Los Reyes Católicos apoyaron la Casa de Nápoles aragonesa contra Carlos VIII de Francia. Como gobernante de Aragón, Fernando se había involucrado en la disputa con Francia y Venecia por el control de la Península Itálica; estos conflictos se convirtieron en el eje central de su política exterior. En estas batallas, Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán) fundaría el Tercio.

En 1492, España conquistó el reino nazarí, el último musulmán en la península. Tras esta victoria, apoyaron a Cristóbal Colón que quería alcanzar Cipango (las Indias, el Oriente) navegando hacia el Oeste. En lugar de esto, Colón, sin saberlo, «descubrió» América, iniciando la colonización española del continente.

Después de la muerte de la Reina Isabel, Fernando, como único monarca adoptó una política más agresiva que la que tuvo como marido de Isabel, expandiendo el área de influencia española en Italia y contra Francia.

La primera prueba de Fernando de la fuerza española vino en la Guerra de la Liga Católica contra Venecia, donde los soldados españoles se distinguieron junto a sus aliados franceses en la Batalla de Agnadello (1509).

Sólo un año más tarde, Fernando se convertía en parte de la Santa Liga contra Francia, viendo una oportunidad de tomar Milán —por el cual mantenía una disputa dinástica— y Navarra. Esta guerra no fue un éxito como la anterior contra Venecia, y en 1516, Francia aceptó una tregua que dejaba Milán bajo su control y cedía a España la Alta Navarra.

Además de la toma de La Española, que se culminó a principios del siglo XVI, los colonos empezaron a buscar nuevos asentamientos. La convicción de que había grandes territorios por colonizar en las nuevas tierras descubiertas, produjo el afán por buscar nuevas conquistas.

Desde allí, Ponce de León conquistó Puerto Rico y Diego Velázquez, Cuba.El primer enclave en el continente fue Darién, en Panamá, conquistado por Vasco Núñez de Balboa en 1512

Este Imperio Castellano se convirtió en la fuente de la riqueza española y de su poder en Europa, pero también contribuyó a elevar la inflación, lo que perjudicó a la industria peninsular. En lugar de afianzar la economía española, la riqueza del imperio hizo que España comenzase a depender de las materias primas y manufacturas de países más pobres, con mano de obra más barata, lo cual facilitó la revolución económica y social en Francia, Inglaterra y otras partes de Europa.

El Siglo de Oro (1521-1643)

El periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII es conocido como el «Siglo de Oro» por el florecimiento de las artes y las ciencias que se produjo.

Durante el siglo XVI España llegó a tener una auténtica fortuna de oro y plata extraídos de «Las Indias«. Se decía durante el reinado de Felipe II que «el Sol no se ponía en el Imperio«.

Este imperio, imposible de manejar, no fue controlado desde Madrid, sino desde Sevilla. La dinastía Habsburgo (los Austrias) derrochó las riquezas americanas y castellanas en guerras a través de Europa para sus propios intereses, teniendo que dejar sus deudas sin pagar frecuentemente, y dejando a España en bancarrota. Sus objetivos políticos eran varios:

  • El acceso a los productos americanos (oro, plata, azúcar) y asiáticos (porcelana, especias, seda).
  • Minar el poder de Francia y detenerla en sus fronteras orientales.
  • Mantener la hegemonía católica de los Habsburgo en Alemania, defendiendo el catolicismo contra la Reforma.
  • Defender a Europa contra el Islam, sobre todo contra el Imperio Otomano

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Como consecuencia del matrimonio político de los Reyes Católicos, su nieto, Carlos I heredó el Imperio Castellano en América, el Imperio Aragonés en el Mediterráneo (incluyendo buena parte de la actual Italia), así como la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, los Países Bajos y el Franco Condado.Este imperio estaba compuesto por territorios heredados y no conquistados.

En octubre de 1517, el rey Carlos I llegó a Asturias, proveniente de Flandes, donde se había autoproclamado rey de sus posesiones hispánicas en 1516.

A las Cortes de Valladolid de 1518 llegó sin saber hablar apenas castellano y trayendo consigo un gran número de nobles y clérigos flamencos como Corte, lo que produjo recelos entre las élites sociales castellanas, que sintieron que su advenimiento les acarrearía una pérdida de poder y estatus social (la situación era inédita históricamente).

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La Guerra de las Comunidades de Castilla fue el levantamiento armado de los denominados comuneros, acaecido en la Corona de Castilla desde el año 1520 hasta 1522, es decir, a comienzos del reinado de Carlos I.

Las ciudades protagonistas fueron las del interior castellano, situándose a la cabeza de las mismas las de Salamanca, Toledo y Valladolid. Algunos estudiosos califican la Guerra de las Comunidades como una revuelta antiseñorial; otros, como una de las primeras revoluciones burguesas de la Era Moderna, y otra postura defiende que se trató más bien de un movimiento antifiscal y particularista, de índole medievalizante.

El levantamiento se produjo en una situación de inestabilidad política en la corona de Castilla, que se arrastraba desde la muerte de Isabel la Católica (1504).

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Este descontento fue transmitiéndose a las capas populares y, como primera protesta pública, aparecieron pasquines en las iglesias donde podía leerse:

«Tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que un tan noble reino como eres, sea gobernado por quienes no te tienen amor»

Las demandas fiscales, coincidentes con la salida del rey para la elección imperial en Alemania (Cortes de Santiago y La Coruña de 1520), produjeron una serie de revueltas urbanas que se coordinaron e institucionalizaron, encontrando un candidato alternativo a la corona en la reina propietaria de Castilla: la madre de Carlos, Juana, cuya incapacidad o locura podía ser objeto de revisión, aunque la propia Juana, de hecho, no colaborara.

Tras prácticamente un año de rebelión, se habían reorganizado los partidarios del emperador (particularmente la alta nobleza y los territorios periféricos castellanos, como Andalucía), y las tropas imperiales asestaron un golpe casi definitivo a las comuneras en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521.

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Allí mismo, al día siguiente, se decapitó a los líderes comuneros (Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado). El ejército comunero quedaba descompuesto. Solamente Toledo mantuvo viva su rebeldía, hasta su rendición definitiva en febrero de 1522

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Tras derrotar a los sublevados en la Guerra de las Comunidades de Castilla, Carlos I era el hombre más poderoso de Europa, con un imperio europeo que sólo sería comparable en tamaño al de Napoleón.

Este no fue la única revuelta que tuvo que afrontar en España. También tuvo que sofocar una revuelta en la parte del levante peninsular.

La rebelión de las Germanías fue el conflicto armado que se produjo en el Reino de Valencia a comienzos del reinado de Carlos I, paralelamente a la rebelión de las Comunidades de Castilla, entre 1519 y 1523.

Las causas e inicio del levantamiento se germinan en los artesanos del Reino de Valencia adquirieron durante el reinado de Fernando el Católico el privilegio de formar unas milicias en caso de necesidad de lucha contra las flotas berberiscas. Esta posibilidad de armarse hizo más cruenta la revuelta de las Germanías (hermandades gremiales).

Dado el carácter y legislación predominantemente de burgueses de la sociedad valenciana, adoptó características propias de revuelta social en contra de la nobleza, la cual había huido de la ciudad ante una epidemia de peste en 1519.

Esto se unió a una época difícil económicamente. Su inicio fue progresivo y jalonado de actos legales y de protesta, y fue determinante en ello el hecho de que el pueblo tenía ese permiso real para utilizar armas con las que enfrentarse a las incursiones de los piratas berberiscos. Tras la huida de la nobleza, las clases medias y gremiales de la ciudad se hicieron progresivamente cargo de un representante de cada gremio para regir la capital valenciana.

El rey Carlos I estaba por aquel entonces (1520) en Aquisgrán concentrado en su coronación como emperador, y las únicas medidas que tomó ante la revuelta fue la prohibición del uso de armas, prohibición que nadie tuvo en cuenta.

El movimiento sufrió una radicalización progresiva, convirtiéndose en una guerra abierta y con episodios como el asalto e incendio de la morería de Valencia, a la que se acusaba de colaborar con los nobles. La rebelión antinobiliaria se extendió a la huerta, con saqueo de tierras y haciendas de los nobles, y a otras poblaciones y núcleos urbanos del reino, constituyéndose juntas revolucionarias.

El 3 de marzo de 1522 entran definitivamente las tropas reales en Valencia, realizándose la ejecución de los dirigentes de la revuelta. Aunque la pacificación efectiva del territorio parece ser que no se produjo hasta 1528, fecha en que el rey otorgó un perdón general.

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Revueltas en el resto de las posesiones

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El Emperador intentó sofocar la Reforma Protestante en la Dieta de Worms, pero Lutero renunció a retractarse de su herejía. No obstante, Carlos I ordenó saquear la Santa Sede, después de que el Papa Clemente VII se uniera a la Liga de Cognac contra él, en lo que se llamó el Saqueo de Roma.

Después de Colón, la colonización del Nuevo Mundo fue encabezada por una serie de guerreros-exploradores conocidos como los Conquistadores.

Las tribus nativas estaban casi siempre en guerra unas con otras y muchas de ellas se mostraron dispuestas a formar alianzas con los españoles para derrotar a enemigos más poderosos como los Aztecas o los Incas.

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.Este hecho fue facilitado por la propagación de enfermedades comunes en Europa (p.e.: viruela), pero desconocidas en el Nuevo Mundo, lo que diezmó la población nativa americana.

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El conquistador más exitoso fue Hernán Cortés, quien entre 1519 y 1521, con alrededor de 200.000 aliados amerindios, arrasó el poderoso Imperio Azteca, entrando en México, que sería la base del virreinato de Nueva España.

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De una importancia comparable fue la conquista del Imperio Inca por parte de Francisco Pizarro, el cual se convertiría en el Virreinato del Perú. Tras la conquista de México, las leyendas sobre ciudades doradas (Cibola en Norteamérica, El Dorado en Sudamérica) originaron numerosas expediciones, pero muchas de ellas regresaron sin encontrar nada, y las que encontraron algo era mucho menos valioso de lo esperado.

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En 1521, Francisco I de Francia, al sentirse rodeado por los territorios de los Habsburgo, invadió las posesiones españolas en Italia e inició una nueva era de hostilidades entre Francia y España. La guerra fue un desastre para Francia, que sufrió importantes derrotas en Bicocca (1522), Pavía (1525) —en la que Francisco I fue capturado— y Landriano (1529) antes de que Francisco I claudicase y dejase Milán en manos españolas una vez más.

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De la batalla de Pavía a la Paz de Augsburgo (1525-1555)

La victoria de Carlos I en la Batalla de Pavía, 1525, sorprendió a muchos italianos y alemanes, demostrando su empeño de conseguir el máximo poder posible. El Papa Clemente VII cambió de bando y unió sus fuerzas con Francia y los emergentes estados italianos contra el Emperador, en la Guerra de la Liga de Cognac.

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La Paz de Barcelona, firmada entre Carlos I y el Papa en 1529, estableció una relación más cordial entre los dos líderes y de hecho nombraba a España como defensora de la causa católica y reconocía a Carlos como Rey de Lombardía en recompensa por la intervención española en la rebelde República de Florencia.

Fernando de Magallanes y después, Juan Sebastián Elcano comandaron la primera expedición en completar la circunnavegación del globo en 1522.

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En 1528, el gran almirante Andrea Doria se alió con el Emperador para desalojar a Francia y restaurar la independencia genovesa, esto abrió una nueva perspectiva: en este año se produce el primer préstamo de los bancos genoveses a Carlos I.

España siguió expandiendo sus asentamientos en el Nuevo Mundo: Nueva Granada (la actual Colombia) fue colonizada durante la década de 1530 y Buenos Aires se fundó en 1536 por primera vez.

España se dio relativa prisa en hacer leyes para proteger a los nativos de sus colonias americanas, la primera de ellas se tramitó en 1542; sin embargo, muy pocas veces la teoría fue llevada a la práctica, una pauta que siguieron otras naciones europeas.

En 1543, Francisco I de Francia, anuncia su alianza sin precedentes con el sultán otomano Solimán el Magnífico, para ocupar la ciudad de Niza, bajo control español, en coalición con las fuerzas turcas.

Enrique VIII de Inglaterra, quien guardaba más rencor contra Francia que contra el Emperador, a pesar de oponerse a su divorcio, se unió a este último en su invasión de Francia.

Aunque España sufrió sonoras derrotas como la de Saboya, Enrique VIII consiguió que Francia aceptara sus condiciones. Los austriacos, liderados por el hermano pequeño del Emperador Carlos, continuaron luchando contra el Imperio Otomano por el Este

Carlos I se preocupó de solucionar un viejo problema: la Liga de Esmalkalda.

En Europa tras la Batalla de Mühlberg en 1547. La Liga tenía como aliados a los franceses, y los esfuerzos por socavar su influencia en Alemania fueron rechazados. La derrota francesa en 1544 rompió su alianza con los protestantes, y Carlos I se aprovechó de esta oportunidad.

Primero intentó el camino de la negociación en el Concilio de Trento en 1545, pero los líderes protestantes, sintiéndose traicionados por la postura de los católicos en el Concilio, fueron a la guerra liderados por Mauricio de Sajonia.

En respuesta, Carlos I invadió Alemania a la cabeza de un ejército hispano-holandés, confiando en restaurar la autoridad imperial. El emperador en persona inflingió una decisiva derrota a los protestantes en la histórica Batalla de Mühlberg en 1547. En 1555, firmó la Paz de Augsburgo con los estados protestantes restaurando la estabilidad en Alemania bajo el principio de cuius regio, eius religio (~quien tiene la región impone la religión), una posición impopular entre el clero italiano y español.

El compromiso de Carlos en Alemania otorgó a España el papel de protector de la causa católica de los Habsburgo en el Sacro Imperio Romano.

Carlos I prefirió eliminar a los otomanos a través de la estrategia marítima, atacando sus asentamientos en los territorios venecianos del Este del Mediterráneo. Sólo como repuesta a los ataques en la costa de Levante española se involucró personalmente el Emperador en ofensivas en el continente africano.

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De San Quintín a Lepanto (1556-1571)

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El Emperador Carlos repartió sus posesiones entre su único hijo legítimo, Felipe II, y su hermano Fernando (al que dejó el Imperio de los Habsburgo). Para Felipe II, Castilla fue la base de su imperio, pero la población de Castilla mucho menor que la de Francia – nunca fue lo suficientemente grande para proporcionar los soldados necesarios para sostener el Imperio. Tras el matrimonio del Rey con María Tudor, Inglaterra y España fueron aliados.

España no consiguió tener paz al llegar al trono el agresivo Enrique II de Francia en 1547, que inmediatamente reanudó los conflictos con España.

Felipe II prosiguió la guerra contra Francia, aplastando al ejército francés en la Batalla de San Quintín, en Picardía, en 1558 y derrotando a Enrique de nuevo en la Batalla de Gravelines.

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En conmemoración de esta victoria española sobre las tropas francesas, Felipe II mandó construir el Monasterio de El Escorial.

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Sobre esta colosal construcción que ideó Felipe II, hay muchas leyendas y tradiciones. Aquí os dejo algunas.

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La Paz de Cateau-Cambrésis, firmada en 1559, reconoció definitivamente las reclamaciones españolas en Italia. En las celebraciones que siguieron al Tratado, Enrique II murió a causa de una herida producida por un trozo de madera de una lanza. Francia fue golpeada durante los siguientes años por una guerra civil y una gran inquietud que le impidió competir con España y la Casa de Habsburgo en los juegos de poder europeos. Liberados de la oposición francesa, España vio el apogeo de su poder y de su extensión territorial en el periodo entre 1559 y 1643.

La bancarrota de 1557 supuso la inauguración del consorcio de los bancos genoveses, lo que llevó al caos a los banqueros alemanes y acabó con la preponderancia de los Fugger como financiadores del Estado español. Los banqueros genoveses suministraron a los Habsburgo crédito fluido e ingresos regulares.

Florida fue colonizada en 1556 por Pedro Menéndez de Avilés al fundar San Agustín, y al derrotar rápidamente un intento ilegal del capitán francés Jean Ribault y 150 hombres de establecer una puesto de aprovisionamiento en el territorio español.

San Agustín se convirtió rápidamente en una base estratégica de defensa para los barcos españoles llenos de oro y plata que regresaban desde los dominios de las Indias. El 27 de abril de 1565, se estableció el primer asentamiento en Filipinas por parte de Miguel López de Legazpi y se puso en marcha la ruta de los Galeones de Manila (Nao de la China). Manila se fundó en 1572.

Después del triunfo de España sobre Francia y el comienzo de las Guerras de religión francesas, la ambición de Felipe II aumentó.

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En 1565, los españoles conquistaron un enclave otomano en la estratégica isla de Malta, defendida por la Orden de Malta. La muerte de Solimán el Magnífico y su sucesión por parte del menos capacitado Selim II, envalentonó a Felipe II y éste declaró la guerra al mismo Sultán.

En 1571, la Santa Liga, formada por Felipe II, Venecia y el Papa Pío V, se enfrentó al Imperio Otomano, liderados por Don Juan de Austria, hijo ilegítimo de Carlos I, aniquilando a la flota turca en la decisiva Batalla de Lepanto. La derrota acabó con la amenaza turca en el Mediterráneo e inició un periodo de debacle para el Imperio Otomano.

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Esta batalla aumentó el respeto hacia España y su soberanía fuera de sus fronteras y el Rey asumió la carga de comandar la Contrarreforma.

 El Reino en problemas (1571-1598)

El tiempo de alegría en Madrid duró poco. En 1566, los calvinistas iniciaron una serie de disturbios en los Países Bajos que provocaron la llegada del Duque de Alba a la zona.

En 1568, Guillermo I de Orange-Nassau lideró un intento fallido de echar al Duque de Alba del país. Estas batallas son consideradas como el inicio de la Guerra de los Ochenta Años, que concluyó con la independencia de las Provincias Unidas.

Los españoles, que recibían grandes riquezas de los Países Bajos y particularmente del valioso puerto de Amberes, se vieron obligados a restaurar el orden y mantener su dominio sobre estos territorios. En 1572, un grupo de navíos holandeses rebeldes conocidos como los watergeuzen, tomaron varias ciudades costeras, proclamaron su apoyo a Guillermo I y renunciaron al gobierno español.

Para España la guerra se convirtió en un asunto sin fin. En 1574, el ejército español, bajo mando de Luis de Requesens, fue vencido en el Asedio de Leiden después de que los holandeses rompieran los diques, causando inundaciones masivas.

En 1576, abrumado por los costes del mantenimiento de un ejército de 80.000 hombres en los Países Bajos, de una inmensa flota que venció en Lepanto, unidos a la creciente amenaza de la piratería en el Atlántico reduciendo las llegadas de dinero de las colonias americanas, Felipe II se vio obligado a declarar la bancarrota.

El ejército se amotinó no mucho después, apoderándose de Antwerp y saqueando el Sur de los Países Bajos, haciendo que varias ciudades, que hasta entonces se habían mantenido pacíficas, se unieran a la rebelión. Los españoles eligieron la vía de la negociación y consiguieron pacificar la mayor parte de las provincias del Sur con la Unión de Arras en 1579.

Este acuerdo requería que todas las tropas españolas abandonasen aquellas tierras. Esto permitió a Felipe II fortalecer su posición, cuando en 1580, murió el último miembro de la familia real de Portugal, el Cardenal Enrique I de Portugal, sin descendentes directos.

El Rey de España hizo valer su reclamación al trono portugués, y en junio envió al Duque de Alba y su ejército a Lisboa para asegurarse la sucesión. La unificación temporal de la Península Ibérica puso en manos de Felipe II el imperio portugués, es decir, la mayor parte de los territorios explorados del Nuevo Mundo además de las colonias comerciales en Asia y África.

En 1582, cuando el Rey devolvió la corte a Madrid desde Lisboa, donde estaba asentada temporalmente para pacificar su nuevo reino, se produjo la decisión de fortalecer el poderío naval español.

Portugal requirió una gran fuerza de ocupación para mantener su control y España estaba todavía renqueante de la bancarrota de 1576

En 1584, Guillermo I De Orange-Nassau fue asesinado por una católico trastornado, la muerte del líder popular de la resistencia se esperaba que significara el fin de la guerra. Pero no fue así. En 1586, la Reina Isabel I de Inglaterra envió apoyo a las causas protestantes en los Países Bajos y Francia, y sir Francis Drake lanzó ataques contra los barcos mercantes españoles en el Caribe y el Pacífico además de un ataque especialmente agresivo contra el puerto de Cádiz.

En 1588, confiando en acabar con los entrometimientos de Isabel I, Felipe II envió a la Armada Invencible a atacar a Inglaterra.

Una serie de fuertes tormentas y el hecho de que los ingleses habían sido informados por sus espías en los Países Bajos y estaban preparados para el ataque provocaron la derrota de la Armada española.

La Armada Invencible es un término de origen inglés, para referirse a la Empresa de Inglaterra de 1588 proyectada por el monarca español Felipe II para destronar a Isabel I de Inglaterra durante la Guerra anglo-española de 1585-1604.

Felipe II dispuso la formación de una flota que llamó Grande y Felicísima Armada cuya misión era facilitar el traslado desde Flandes a los Tercios españoles, los cuales serían los encargados de invadir la isla.

Esta invasión no pretendía la anexión de las islas británicas al Imperio español sino la expulsión de Isabel I del trono inglés, y respondía a la ejecución de María Estuardo, a su política anti-española de piratería y de la Guerra de Flandes

Debía mandarla el almirante de Castilla Don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, pero murió poco antes de la partida de la flota, siendo sustituido a toda prisa por Alonso Pérez de Guzmán (VII duque de Medina-Sidonia), Grande de España. Estaba compuesta de 127 barcos que partieron de España, y de ellos, 122 barcos penetraron en el Canal de la Mancha.

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La armada española fracasó en su misión fundamentalmente a causa del mal estado de la mar durante su travesía de retorno, los medios y la cartografía de la época.

Sin embargo la tradición, fuertemente arraigada en el mundo anglosajón y popularizada por él, sostiene que fue directamente la flota inglesa quién derrotó la armada de España en combate, incluso aniquilándola, pero hoy se conoce que se trataron de naufragios en su mayoría ocasionados por la meteorología, y que tres cuartas partes de las naves (87 barcos) de la gran armada regresaron finalmente a salvo a puertos españoles, aunque efectivamente se frustró su misión de transportar desde Flandes los tercios españoles para la invasión de Inglaterra.

No obstante, la derrota del masivo ataque inglés contra España dirigido por Drake y John Norris en 1589, marcó un punto de inflexión en la Guerra Anglo-española a favor de España

Era indudable que la flota española era la más fuerte de Europa, hasta que en 1639, fue vencida por los holandeses en la derrota naval de las Dunas, cuando una visiblemente exhausta España empezaba a debilitarse.

España se involucró en las guerras de religión francesas tras la muerte de Enrique II. En 1589, Enrique III de Francia, el último del linaje de los Valois, murió a las puertas de París. Su sucesor, Enrique IV de Francia y III de Navarra, el primer Borbón rey de Francia, fue un hombre muy habilidoso, consiguiendo victorias clave contra la Liga Católica en Argues (1589) y en Ivry (1590). Comprometidos con impedir que Enrique IV tomara posesión del trono francés, los españoles dividieron su ejército en los Países Bajos e invadieron Francia en 1590.

«Dios es español» (1598-1626)

Enfrentados a Inglaterra, Francia y los Países Bajos en guerras y casi en bancarrota, España estaba fuera de juego. Agobiados por la continua piratería contra sus barcos en el Atlántico y la consecuente disminución de los ingresos del oro de las Indias, España se vio forzada a declararse en bancarrota en 1596.

Los españoles intentaron librarse de los numerosos conflictos en lo que estaban involucrados, primero firmando la Paz de Vervins con Francia en 1598, reconociendo a Enrique IV (católico desde 1593) como Rey de Francia, y reestableciendo muchas de las condiciones de la Paz de Cateau-Cambrésis.

Con varias derrotas consecutivas y una guerra de guerrillas inacabable contra los católicos apoyados por España en Irlanda, Inglaterra aceptó negociar en 1604, tras la ascensión al trono del Estuardo Jacobo I.

La paz con Francia e Inglaterra implicó que España pudo centrar su atención y energías para restituir su dominio en las provincias holandesas. Los holandeses, liderados por Mauricio de Nassau, el hijo de Guillermo I, salió exitoso de la toma de algunas ciudades fronterizas en 1590, incluyendo la fortaleza de Breda.

Después de la paz con Inglaterra, el nuevo general español Ambrosio Spinola luchó duramente contra los holandeses. Spinola era un estratega de una capacidad similar a la de Mauricio, y únicamente la nueva bancarrota de 1607 evitó que conquistara los Países Bajos. Atormentados por unas finanzas ruinosas, en 1609 se firmó la Tregua de los Doce Años entre España y las Provincias Unidas. La Pax Hispannica era un hecho.

España tuvo una notable recuperación durante la tregua, ordenando su economía y esforzándose por recuperar su prestigio y estabilidad antes de participar en la última guerra en que actuaría como potencia principal.

El sucesor de Felipe II, Felipe III, era un hombre de inteligencia limitada y desinteresado por la política, prefiriendo dejar a otros tomar decisiones. Su valido fue el Duque de Lerma, quien nunca tuvo interés por los asuntos de su país aliado, Austria.

En 1618 el Rey lo reemplazó por Don Baltasar de Zúñiga, veterano embajador en Viena. Éste pensaba que la clave para frenar a una Francia que resurgía y eliminar a los holandeses era una estrecha alianza con los Habsburgo austriacos.

Ese mismo año comenzando con la defenestración de Praga, Austria y el Emperador Fernando II se embarcaron en una campaña contra Bohemia y la Unión Protestante. Zúñiga animó a Felipe III a que se uniera a los Habsburgo austriacos en la guerra, y Ambrosio Spínola, la figura emergente del ejército español, fue enviado en cabeza del Tercio de Flandes a intervenir. De esta manera, España entró en la Guerra de los Treinta Años.

En 1621 el inofensivo e inefectivo Felipe III murió y fue sustituido por su hijo, Felipe IV.

Al año siguiente, Zúñiga fue suplido por Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, un hombre honesto y capaz que creía que el centro de todas las desgracias de España era Holanda; ese mismo año se reanudó la guerra con los Países Bajos.

En 1625, Spínola toma la fortaleza de Breda.. Había esperanza en Madrid acerca de que los Países Bajos pudiesen ser reincorporados al Imperio, y tras la derrota de los daneses, los protestantes en Alemania parecían estar acabados. Francia estaba otra vez envuelta en sus propias inestabilidades (el Asedio de La Rochela comenzó en 1627) y la preponderancia de España parecía irrefutable. El Conde-Duque de Olivares afirmó «Dios es español y está de parte de la nación estos días» y muchos de los rivales de España parecían estar infelizmente de acuerdo.

El camino a Rocroi (1626-1643)

Olivares era un hombre avanzado para su tiempo; se dio cuenta de que España necesitaba una reforma y para esa reforma se necesitaba la paz. La destrucción de las Provincias Unidas se añadió a sus necesidades, ya que detrás de cualquier ataque a los Habsburgo había dinero holandés. Spínola y el ejército español se concentraron en los Países Bajos y la guerra parecía marchar a favor de España.

Richelieu decidió que la Paz de Praga recientemente firmada, era contraria a los intereses de Francia y declaró la guerra al Sacro Imperio Romano Germánico y España dentro del periodo establecido de paz.

Las fuerzas españolas, más experimentadas, obtuvieron éxitos iniciales; Olivares ordenó una campaña relámpago en el norte de Francia desde los Países Bajos españoles, confiando en acabar con el propósito del rey Luis XIII y derrocar a Richelieu.

En 1636, las fuerzas españolas avanzaron hacia el sur hasta llegar a Corbie, amenazando París y quedando muy cerca de terminar la guerra a su favor. Después de 1636, Olivares tuvo miedo de provocar otra bancarrota y el ejército español no avanzó más.

En la derrota naval de las Dunas en 1639, la flota española fue diezmada por la armada holandesa, y los españoles se encontraron incapaces de abastecer a sus tropas en los Países Bajos.

En 1643 el ejército de Flandes, que constituía lo mejor de la infantería española, se enfrentó a una invasión francesa en Rocroi liderada por Luis II de Borbón, Los españoles, fueron arrasados. La mayoría de la infantería española cayó muerta o capturada ante la caballería francesa. La gran reputación de los Tercios de Flandes se acabó en Rocroi, y con ello, la grandeza de España

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El Imperio de los últimos Habsburgo españoles (1643-1713)

Tradicionalmente, los historiadores señalan la Batalla de Rocroi como el fin del dominio español en Europa. Los catalanes, napolitanos y portugueses, apoyados por Francia, se alzaron en sendas rebeliones contra España en la década de 1640.

Portugal, apoyado por Inglaterra, se hace de de nuevo independiente. Con los Países Bajos perdidos definitivamente tras la Batalla de Lens en 1648, los españoles firmaron la paz con los holandeses y reconocieron la independencia de las Provincias Unidas en la Paz de Westfalia, que acabó al mismo tiempo con la Guerra de los Ochenta Años y la Guerra de los Treinta Años.

La guerra con Francia continuó once años más. Aunque Francia sufría una guerra civil, la economía española estaba tan debilitada que eran incapaces de hacerles frente. Nápoles fue reconquistada en 1648 y Cataluña en 1652, pero el fin efectivo de la guerra vino en la Batalla de las Dunas (o de Dunquerque) en 1658, en la que el ejército francés, bajo el mando del vizconde de Turenne derrotó a los restos de los Tercios de Flandes.

España aceptó firmar la Paz de los Pirineos en 1659, en la que cedía a Francia el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas de los Países Bajos. Además se pactó el matrimonio de una infanta española con Luis XIV.

Portugal se había rebelado en 1640 bajo el liderazgo de Juan de Braganza, pretendiente al trono. Éste había recibido un apoyo general de pueblo portugués, y los españoles –que tenían que luchar contra rebeliones en muchos de sus dominios además de la guerra con Francia- fueron incapaces de responder. Los españoles y los portugueses estuvieron en un estado de paz de facto entre 1641 y 1657.

Cuando Juan IV murió, los españoles intentaron luchar por Portugal con su hijo Alfonso VI de Portugal, pero fueron derrotados en Ameixial (1663) y Monte Claros (1665), lo que llevó a España a reconocer la independencia portuguesa en 1668.

España tenía un inmenso imperio en ultramar, pero Francia era ahora la primera potencia en Europa y las Provincias Unidas en el Atlántico.

A la muerte de Felipe IV, su hijo Carlos II tenía sólo cuatro años, por lo que su madre Mariana de Austria gobernó como regente.

Ésta acabó por entregarle las tareas de gobierno a un valido, el padre Nithard, un jesuita austriaco. El reinado de Carlos II puede dividirse en dos partes. La primera abarcaría de 1665 a 1679, esta época está caracterizada por el letargo económico y las luchas de poder entre los validos del Rey

La segunda parte comenzaría en 1680 con la toma de poder del Duque de Medinaceli como valido. Se propuso una nueva política económica devaluando la moneda, lo que permitió acabar con las subidas de precios y ayudó a recuperar lentamente la economía. En 1685, llega al poder el Conde de Oropesa que propone un presupuesto fijo para los gastos de la Corte como medio para evitar nuevas bancarrotas.

La burocracia que se había constituido alrededor de Carlos I y Felipe II demandaba un monarca fuerte y trabajador; la debilidad y dejadez de Felipe III y Felipe IV contribuyeron a la decadencia española.

Carlos II era retrasado y, murió sin un heredero en 1700. El Rey legó en su testamento la Corona a Felipe de Anjou, pero el Archiduque Carlos de Austria no se resignó, lo que dio lugar a la Guerra de Sucesión (1702-1713).

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De los Austrias a los Borbones

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Carlos II fue el último de los reyes de la dinastía de los Austrias que reinó en España. Fue un rey muy denostado por la población española, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de «El hechizado», puesto que debido a la endogamia (los constantes matrimonios entre los miembros de las familias reales de los Austrias) su salud fue desde niño muy mala.

Era un rey que adolecía de todos los males que derivaban de una política de matrimonios dentro de la misma familia; con 9 años todavía no sabía ni leer ni escribir a pesar de tener los mejores tutores; era un niño consentido y caprichoso, criado entre nodrizas, teólogos y curanderos.

A lo largo de su vida tuvo 2 matrimonios, en ninguno de los cuales fue capaz de tener descendencia, lo que hizo que toda Europa se comenzara a posicionar para colocar a sus protegidos como herederos al trono español.

Podéis ver como fue su reinado en este video.

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.El Imperio de los Borbones: Reforma y recuperación (1713-1806)

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En el Tratado de Utrecht (11 de abril de 1713), las potencias europeas decidían cuál iba a ser el futuro de España en cuanto al equilibrio de poder.

El nuevo rey de la casa de Borbón, Felipe V, mantuvo el imperio de ultramar, pero cedió los Países Bajos españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña a Austria; Sicilia y parte del Milanesado a Saboya; y Gibraltar y Menorca a Inglaterra. Además significó la separación definitiva de las coronas de Francia y España, y la renuncia de Felipe V a sus derechos sobre el trono francés. Con esto, el Imperio le daba la espalda a los territorios europeos. Asimismo, se garantizaba a Inglaterra el tráfico de esclavos durante treinta años (asiento de negros).

Con un monarca Borbón llegaron ideas mercantilistas borbónicas basadas en una monarquía centralizada, puesta en funcionamiento en América lentamente. Sus mayores preocupaciones fueron romper el poder de la aristocracia criolla y también debilitar el control territorial de la Compañía de Jesús: los jesuitas fueron expulsados de la América española en 1767. Además de los ya establecidos consulados de Ciudad de México y Lima, se estableció el de Vera Cruz.

Entre 1717 y 1718 las instituciones para el gobierno de las Indias, el Consejo de Indias y la Casa de Contratación, se trasladaron de Sevilla a Cádiz, que se convirtió en el único puerto de comercio con las Américas.

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Dos hechos conmocionaron la América española y al mismo tiempo demostró la elasticidad y resistencia del nuevo sistema reformado: la rebelión de Juan Francisco de León en 1748 contra la Compania Guipuzcoana de Venezuela y el alzamiento de Túpac Amaru en Perú en 1780. Las dos en parte, eran reacciones al control más eficiente por parte española.

Como resultado, la España del XVIII era un estado vasallo de Francia y le quedaba poco de superpotencia.

Su extenso imperio en las Indias le daba una notable relevancia, pero no podía comparase con los niveles de Austria o Rusia, ni mucho menos con Francia ni Inglaterra. España fracasó al intentar recuperar Gibraltar.

El imperio español no había recuperado su antiguo esplendor, pero sí se había rehecho considerablemente de los días oscuros al principio de siglo, en los que estaba a merced de otras potencias. El ser un siglo principalmente pacífico bajo la nueva monarquía, permitió reconstruir y comenzar un largo proceso de modernización de las instituciones y la economía.

El inicio del ocaso del Imperio global en 1808

El primer territorio importante que perdió España en el XIX fue Luisiana que se extendía hasta Canadá, y que los franceses, bajo el mando de Napoleón, obtuvieron como parte del tratado de paz de 1800 para después vendérselo a Estados Unidos en 1803.

La destrucción de la flota española bajo mando francés- en la Batalla de Trafalgar (1805) minó la capacidad de España para defender y mantener su imperio. La posterior invasión de la Península Ibérica por las tropas napoleónicas en 1808 cortó la comunicación efectiva con ultramar.

En 1808 el rey español Carlos IV fue engañado y España fue tomada por Napoleón sin disparar ni una bala, pero la ocupación produjo un levantamiento popular y la aparición de la guerra de guerrillas. La Guerra de la Independencia española fue seguida por una monarquía absoluta, una década ominosa, guerras civiles de sucesión, una breve república y finalmente una democracia liberal corrupta. En esta época destaca la labor de O´Donnell, artífice de la construcción del primer ferrocarril en España, la anexión de territorios marroquíes y la no reconocida de Saigón,

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Las guerras de independencia americanas fueron desencadenadas por un nuevo intento británico de alcanzar el territorio americano español, esta vez en el Virreinato del Río de la Plata en 1806. Los criollos (nativos de las colonias descendientes de españoles), inspirados por la revolución estadounidense, se propusieron conseguir la independencia y expandieron estos movimientos por todas las Américas.

Así comenzaba un largo periodo de emancipaciones por parte de las naciones americanas:

  • Venezuela(1811)
  • Paraguay (1811)
  • Banda Oriental (1815)
  • Provincias Unidas del Río de la Plata (1816)
  • Chile (1818)
  • Gran Colombia (1819)
  • Perú (1821)
  • Provincias Unidas de Centroamérica (1821)
  • Santo Domingo (1821) – Devuelta a control español entre 1861 y 1865
  • México (Declarada legalmente en 1813 y reconocida en 1821)
  • Bolivia (1825)

 Las colonias españolas

América

  • Virreinato de Nueva España: los actuales países de México, y los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, y parte de Colorado y Utah en Estados Unidos. España mantuvo bajo su control estos territorios desde 1519 hasta 1821. Sin embargo, es necesario recordar que la independencia de Nueva España fue iniciada en 1810, y declarada formal y legalmente por el Congreso de Chilpancingo en 1813. El período entre ese año y la fecha de consumación de la independencia de México (1821) eran concebidos por el Congreso como una lucha contra la metrópoli y por el reconocimiento internacional de la nueva nación.
  • Capitanía General de Guatemala: comprendía los territorios de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, y el estado mexicano de Chiapas. Declaró su independencia en 1821, para sumarse al Primer Imperio Mexicano, del que se separó (salvo Chiapas) en 1824.
  • Luisiana: cedida por Francia, España la mantuvo poco tiempo en su poder, desde 1762 hasta 1801. Incorporaba territorios de los actuales estados de Florida, Luisiana, Arkansas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Wyoming, Montana, Idaho, Minnesota y Iowa.
  • Virreinato de Nueva Granada: los actuales países de: Panamá, Colombia y Ecuador.
  • Capitanía General de Venezuela: la actual Venezuela.
  • Virreinato del Perú: el actual Perú.
  • Virreinato del Río de la Plata: los actuales países de Bolivia, Argentina (excepto la región de Patagonia), Paraguay y Uruguay.
  • Capitanía General de Chile: el actual Chile y la región de Patagonia.
  • Territorios Insulares: los actuales países de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Bahamas, Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago y Granada.

Asia

  • Filipinas: desde 1521 hasta 1898.
  • También existieron algunos asentamientos españoles en las islas de Nueva Guinea y Borneo.

África

  • Sáhara Español: desde 1885 hasta 1975.
  • Protectorado Español de Marruecos: desde 1912 hasta 1956.
  • Sidi Ifni: hasta 1969.
  • Guinea Española: desde 1843 hasta 1968.

Europa

  • Portugal: desde 1580 hasta 1640. Además se incluyeron todos los territorios del Imperio Portugués.
  • Reino de Nápoles: el actual sur de Italia, junto con las islas de Sicilia, Cerdeña y Malta.
  • Franco Condado: en la zona centro-oriental de Francia.
  • Ducado de Milán en el norte de Italia.
  • Países Bajos Españoles: los actuales países de Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos.

La mayoría de los territorios europeos españoles se perdieron en 1710 en la Paz de Utrecht.

Oceanía

  • Islas Carolinas: hasta 1899, vendidas a Alemania.
  • Islas Marianas, Guam y Palau, hasta 1898, perdidas en la Guerra hispano-estadounidense.
 

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